Esta construcción civil se encuadra en un momento de tránsito entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, en el que la arquitectura local, calificable de manierista, sigue influenciada por el potente Renacimiento de la región. El Palacio del Marqués de Mancera, constituye uno de los ejemplos más representativos de la tipología casatorre de herencia medieval que, como un viejo símbolo desfasado, representa urbanísticamente viejos linajes guerreros. Fue construido por el arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira a instancias de los hermanos canónigos de la Colegial de Santa María, Don Antonio y Don Lope de Molina Valenzuela.

Posteriormente, este alcázar urbano pasó a ser propiedad de uno de los hombres más ricos del país, el virrey de Perú Don Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, primer marqués de Mancera. Es de él de quién toma su nombre este palacio en el que se instalaron, a comienzos del siglo XX, las hermanas de la Congregación religiosa Siervas de María. El edificio pasó entonces a funcionar como convento en el que se asistió, de manera gratuita, a pobres y enfermos de la localidad ubetense a lo largo del siglo pasado. Este convento dejó de funcionar hace unos años por la ausencia de religiosas y actualmente es el Ayuntamiento de la ciudad.

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